Flix es un municipio de Cataluña, España. Pertenece a la provincia de Tarragona, en la comarca de Ribera de Ebro, situado al norte de ésta y en el límite con las del Segriá y Garrigas, sobre un meandro del río Ebro. Cuenta con un pantano (1940), una central hidroeléctrica y con polígono industrial químico. Como patrimonio histórico-artístico, destacan los restos de un castillo medieval el castillo nuevo y la iglesia de la Virgen de la Asunción.
La principal empresa de la localidad ha sido la Electroquímica de Flix SA. Esta sociedad se constituyó en 1897 por dos sociedades alemanas, una química y otra eléctrica, con participación de bancos suizos y de destacadas personalidades españolas de Barcelona y Madrid, al encontrar que en Flix se daban unas condiciones de proximidad a la materia prima (canteras y salinas), suministro de
agua (río
Ebro) y presencia de fuentes energéticas (minas de carbón en Mequinenza y
Fayon, y posibilidad de construcción de una central hidroeléctrica aprovechando
un antiguo azud en el Ebro) y de medios de comunicación óptimos para el
transporte de mercancías y carbón (línea de ferrocarril de Madrid-Barcelona,
inaugurada 5 años antes, y transporte fluvial desde las minas de carbón).
La
existencia de esta empresa permitió unas oportunidades de empleo únicas para la
época en una población rural de finales del siglo XIX que se encontraba en
retroceso. Esta industria, entre las pioneras de Cataluña y España, permitió
que Flix pasara de ser una sociedad agrícola a netamente industrial, que se
situara como la población de mayor número de habitantes de la comarca durante
muchos años y que fuera un referente industrial a nivel nacional.
La industria
química, que posteriormente pasó sucesivamente a pertenecer a Sociedad Anónima
Cros, Ercros, Erkimia y desde hace una década, de nuevo, a Ercros, ha ido
transformándose según las necesidades y la evolución industrial y social del
entorno, para finalmente sufrir un lento declive ante el paulatino traslado
de la
producción química mundial hacia países como India y China, lo que en este caso
ha supuesto una disminución de la población, a pesar del dinamismo natural que
ha demostrado la zona en los sectores industrial y energético con la instalación
de centrales hidroeléctricas de Riba-roja y Flix, dos centrales nucleares
de Ascó,
otras
industrias, también químicas, como la finlandesa Kemira,
en 1992, e Inquide-Flix, en 2000 (cerrada en 2009), de un parque de generación
eléctrica de energía solar
fotovoltaica en
2007 y otras industrias que no llegaron a hacerlo en su momento (Hoechst en los años 70, General Electric a finales de los 80 y otros proyectos
industriales y energéticos en los años 2000).
Sin embargo,
la histórica actividad industrial ha generado un problema ambiental de
acumulación de productos nocivos en el pantano de Flix cuyo proceso de eliminación
esta pendiente de iniciarse.
LA ESCLUSA DE FLIX
El río Ebro ha jugado
desde tiempos inmemoriales un papel vital y estratégico en la comunicación y
transporte de personas y mercancías entre el noroeste y centro de la península
y el sur de Cataluña.
Navegar por el Ebro no era
tarea fácil, la falta de un caudal regular, los estrajes y las riadas
constantes dificultaban su práctica.
Es por este motivo que se
impulsaron numerosos proyectos para conseguir la navegabilidad del Ebro.
Uno de estos proyectos fue
el de la Real Compañía de Canalización del Ebro, que pretendía enlazar Zaragoza
con Barcelona mediante una línea de navegación marítima y fluvial.
Se proyectó, la
construcción de diversas esclusas a lo largo del río, entre ellas de la Flix,
para facilitar el paso de embarcaciones de vapor de gran tonelaje.
La Esclusa de Flix se
construyó entre los años 1845-1858 y tenía 67 m. de longitud y 10 m. de anchura.
Contaba con
dos canales de navegación, cuatro embarcaderos, muelle, puente giratorio y una
casa para el guarda.
La esclusa
estuvo en funcionamiento hasta 1947, año en el que inauguró el pantano de Flix
y se cerró definitivamente el paso a las embarcaciones por el meandro.
La práctica
de navegación fluvial por el Ebro finalizó en el año 1967 con la inauguración
del pantano de Riba-Roja que junto a los ya
existentes de Mequinenza y Faión imposibilitaron la circulación de
embarcaciones por el rio.