sábado, 28 de abril de 2012

UN DESCANSO EN OROPESA DE MAR, MARINADOR

Oropesa del Mar, es un apacible pueblo costero perteneciente a la provincia de Castellón. Sus extensas playas (Les Amplaries, Morro de Gos y de la Concha) son bañadas por las cálidas aguas del mar Mediterráneo, que han ido perfilando una costa tranquila de arenas finas y fondos cristalinos.


La zona sur sin embargo cambia su orografía, dando paso a bellos acantilados rodeados de una frondosa vegetación autóctona.
  Un paisaje sin duda digno de admirarA lo largo de la historia, Oropesa del Mar -con su inmejorable situación estratégica a orillas del Mediterráneo- ha sido foco de atracción de las numerosas culturas que han pasado por la Península.
 Del Paleolítico datan los primeros asentamientos humanos, constatados por los restos encontrados en Cau d’En Borrás. Los vestigios íberos de Orpesa la Vella y romanos localizados en la zona, confirman la fuerte presencia de estas culturas en la ribera mediterránea.
Durante la Edad Media, Oropesa del Mar perteneció a la Orden militar de los Hospitalarios, posteriormente, en 1233, Jaime I conquistó su castillo.
 La villa estuvo bajo el dominio de distintos señores que la gobernaron, y fue Jofré de Thous quien fortificó el castillo y las murallas. Todavía hoy puede apreciarse el trazado primitivo en el Casco Antiguo.
Entre los monumentos más emblemáticos que han pervivido al paso del tiempo cabe reseñar la Torre del Rey.
Pedro I de Antequera mandó construir en la costa la Torre defensiva del Rey que más tarde reformaría Felipe II dándole su configuración actual.
 Esta torre de estilo renacentista, es un ejemplar único como monumento militar de este estilo que ha llegado a nuestros días en perfecto estado de conservación. Junto a la Torre del Rey se construye en el siglo XIX El Faro, pieza muy interesante de ingeniería pública de la época.
Iglesia Parroquial de la Virgen de la Paciencia. De sencilla construcción, consta de una nave con capillas laterales.
En su interior se conservan muestras de azulejería de la vecina Alcora del siglo XVIII y una imagen de la Patrona de la villa, la Virgen de la Paciencia del siglo XVI
La imagen que representa a Ntra. Sra. del Rosario, tomó su denominación actual debido al largo periodo que precisó su restauración tras el destrozo causado en la misma durante el ataque a la ciudad por piratas norteafricanos en 1619.
Finalmente, y adentrándonos en el Casco Antiguo de la Villa, podemos contemplar el antiguo trazado medieval, con sus estrechas y empinadas calles, cuajadas de tiendas de
antigüedades de las más diversas épocas y estilos, culminado por las ruinas de las murallas y el Castillo, de origen musulmán, que fuera en su época ocupado por el Cid.
Perteneciente al municipio de Oropesa, nos encontramos el complejo vacacional Marina Dor, el más grande de Europa, que alberga una extensa variedad de hoteles, apartamentos y modernas instalaciones de ocio.
 Una ciudad de vacaciones pensada para el confort y el relajo de sus huéspedes, que se extiende varios kilómetros a lo largo de la costa Azahar, ideal por sus casi 300 días de sol al año y sus 18º de temperatura media.

miércoles, 25 de abril de 2012

TARRAGONA Y SU CATEDRAL


Catedral de Tarragona
A finales del siglo XIII se introdujo el Arte gótico en nuestro país por la parte sur de los Pirineos. Lógicamente los modelos introducidos fueron los franceses. En un principio se incluyeron elementos de los modelos galos que se mezclaban con la tradición románica, como por ejemplo la bóveda de crucería.
En el mismo periodo se desarrollo la orden del Cister lo que contribuyó a expandir por las regiones de Castilla y león y Nordeste de España las mismas influencias artísticas.  La catedral de Tarragona pertenece a este grupo de iglesias inspiradas en la orden del Cister. Se encuentra dentro de un grupo denominado Hispano-languedociana localizado en Cataluña.
La catedral se encuentra en la zona alta de la ciudad, se comenzó su construcción con los fondos donados por el arzobispo Hugo de Cervellon y miembros de la corona. No existen muchos datos sobre las obras. Fue terminada en las postrimerías del siglo XIV con la incorporación de la fachada occidental y el cierre de las bóvedas contiguas. Aunque las obras se prolongaron en el transcurso del siglo XIV, fue inaugurada en 1230.
La cabecera primitiva estaba formada por tres ábsides escalonados que llegan hasta la altura donde se construyeron capiteles que aún hoy se conservan, pero que perdieron su funcionalidad cuando se elevaron los muros de la catedral para construirle su crucero. Hoy la cabecera posee un profundo presbiterio que tiene de base el ábside de dos tramos.
Las obras primitivas fueron llevadas a cabo por Raymond de Roquebert quién también consagró el coro de la colegiata de Tudela a principios de siglo. Aunque las obras se alargaron en el tiempo, se quiso respetar el estilo de Roquebert: solamente en la parte central de la fachada oeste se omitieron y en los añadidos posteriores alrededor de la iglesia que marcaron el aspecto externo austero del edificio con un aire de fortificación sobretodo en el ábside central.
 En el siglo XII la iglesia debía estar formada por ábsides escalonados que comunicaban con un ancho crucero que está coronado por un cimborio octogonal y además se le alzó otra torre encima del tramo cuadrado que precede al absidiolo meridional más cercano al coro.
Grandes bóvedas de crucería sin arcos formeros cubren las crujías rectangulares de la cabecera, el brazo sur del crucero y un tramo del brazo norte, y por ultimo las cinco crujías de la nave central y las laterales.  El elemento sustentante del edificio es el pilar de sección cruciforme con columnas que se le adosan dos a dos, con lo que se consigue adaptar las estructuras sustentantes románicas a las bóvedas góticas.
En el brazo meridional encontramos el mausoleo de Santa Tecla del siglo XIV, posee en su interior un brazo de la Santa obtenido en 1320 en Armenia por mediación de los embajadores de Jaime el Justo.  Se colocó en la parte meridional de la capilla mayor el sepulcro del Arzobispo de Toledo y Tarragona Joan d´Argó, muerto en 1334, y bajo este, el armario-relicario que custodia el brazo de Santa Tecla.
El monumento fue elaborado íntegramente en mármoles antiguos reaprovechados por el Escultor Guillem Seguer. En 1154 el cabildo de tarragona se había sometido a la orden de San agustín. La catedral fue provista de magníficos edificios monásticos de los que se conservan el claustro y una puerta ricamente esculpida de la sala capitular: son evidentes las influencias Cistercienses.
 De importante belleza es el coro tarraconense del siglo XIV que fue embellecido en el siglo XV, todavía se mantiene in situ aunque su muro occidental se desmontó y hoy se guarda en el museo. Su solución ornamental se usará hasta finales del XIV en el coro del Seo de Barcelona. Como fue común en los coros medievales, acogieron en su exterior diversos altares que asociaron a ciclos de pinturas murales recuperadas la mayoría afortunadamente, ya que tienen un enorme valor iconográfico. Destaca entre todas el ciclo consagrado a la leyenda de la Santa Cruz.
Las nuevas capillas fueron impulsadas por particulares ejerciendo el derecho de patronazgo, transformándolas en espacios funerarios; la sala capitular se convirtió en el panteón de los Rocabertí en 1330; se trata de un espacio de planta cuadrada ampliado por su sector sur, mientras que la zona preexistente se dedicó a la biblioteca con planta poligonal presenta unos contrafuertes muy pronunciados.
La única relación entre la catedral de Tarragona y la de Mallorca son una serie de esculturas exentas de gran formato que complementan el espacio de los Rocabertí.  El arzobispo Arnaou Sescomes impulsó también la obra de su capilla consagrándola a las Once mil vírgenes en el sector más meridional del lado de la epístola. Son relevantes las imágenes de Santas titulares de tamaño natural y situadas sobre granes ménsulas en los pilares de los ángulos.
Escultóricamente se trata el tema del juicio final en la fachada principal de la catedral de Tarragona. Son muchas las representaciones de este tipo de las iglesias de la Baja Edad Media europea. La estructura de la fachada favoreció la distribución de las figuras y escenas en forma axial con una jerarquía premeditada.


En la parte superior, el Juez, bajo este, los bienaventurados y los condenados, a la derecha y a la izquierda del Cristo respectivamente. En la zona inferior, la multitud de los resucitados. El apostolado suele ocupar las jambas, junto con los profetas. Corona el vano de entrada un rosetón de estilo Francés. En Diciembre de 2007 tras una prospección geofísica en el subsuelo de la catedral, se ha descubierto que bajo la misma se encuentra un templo romano dedicado al gran César Augusto  se trata de un templo romano de ocho columnas frontales y de 25x40 metros que se
encuentra bajo la nave central y que según los expertos se trata de un templo en conmemoración al Cesar Augusto, de nombre Octavio, ya que existen monedas de la época donde aparece la cara del emperador y por la otra cara un templo de iguales características al descubierto.

VISITA A LA CIUDAD DE TARRACO

Tarragona es una ciudad y municipio del sur de Cataluña, España, capital de la provincia de Tarragona y de la comarca del Tarragonés. Durante la época medieval y la moderna, fue la capital de la Veguería de Tarragona. El municipio cuenta con una población de 134.085 habitantes (padrón del INE a 1 de enero de 2011). Su ubicación a la orilla del Mediterráneo en la Costa Dorada, con playas de aguas cálidas, así como sus centros de recreo y tradición histórica y patrimonio artístico, la convierten en un centro de atracción turística de primer orden.
Su origen se remonta a la antigua Tarraco romana, capital de la Hispania Citerior Tarraconensis. El «Conjunto arqueológico de Tarraco» ha hecho que Tarragona sea considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Los orígenes de Tarragona se remontan en un pequeño poblado íbero denominado Kese. Tarragona debe su nombre a la Tarraco (Colonia Iulia Vrbs Triumphalis Tarraco) de los romanos, que fue primero capital de la Hispania Citerior en la época republicana y de la provincia de la Hispania Tarraconensis durante el Imperio.
Tarragona fue ocupada por los árabes tras la invasión del 711. Posteriormente Carlomagno crea la Marca Hispánica, ocupando la parte oriental y norte de la actual Cataluña, Tarragona, Barcelona y Gerona. En el 985 una razzia de Almanzor incendia Barcelona y ocupa Tarragona, definitivamente reconquistada en el 1116 por Ramón Berenguer III.
Torre del Pretorio romana, usada en la Edad Media como castillo.

En 1129 San Olegario, arzobispo de Tarragona, cedió la ciudad como un principado eclesiástico al mercenario normando Robert Bordet, que había servido a las órdenes de Alfonso I de Aragón. El 14 de marzo de 1129, este caballero fue nombrado príncipe de Tarragona mediante un pacto de vasallaje. A partir de la infeudación del Principado de Tarragona, los normandos, comandados por Bordet, se instalaron en lA ciudad
 Robert Bordet aprovechó una antigua torre romana todavía en pie, la actual Torre del Pretorio, para establecer su castillo. Se iniciaba así un primer proceso de colonización de la ciudad, dirigido sobre el terreno por Robert, pero controlado desde Barcelona por el arzobispo.

La situación en la ciudad se complicó con la muerte de San Olegario. En 1146, su sucesor, Bernat Tort, un hombre de confianza del Conde de Barcelona, se estableció en la ciudad. Se iniciaba así un proceso marcado por continuos conflictos jurisdiccionales que culminaron con la extinción del principado y la restitución al Conde de Barcelona en 1151.
La Tarragona de finales del siglo XII ya era un núcleo urbano plenamente consolidado que se había convertido en el centro director de un amplio territorio. En 1148 el gobierno local se había reordenado y el consejo de habitantes de la ciudad participaba intensamente en la vida urbana. La ciudad creció y ocupó toda el área interna del Foro
  provincial de Tarraco, manteniendo así la estructura arquitectónica heredada de la época romana. La ciudad del siglo XII surgió, pues, en el área de grandes monumentos, alrededor de los castillos señoriales. A partir de 1146 se ocupó el área del recinto de culto de época romana, un sector que tomó especial relieve con el inicio de la construcción de la Catedral en 1171, y que se convirtió en el eje vertebrador de la ciudad a partir de su consagración en 1331.
Fuera del recinto defensivo de esta primera época, había tres áreas claramente diferenciadas: en primer lugar, el Corral, el antiguo circo romano, que se convirtió en un burgo extramuros con un mínimo de población y destinado principalmente a actividades comerciales e industriales. En segundo lugar, la Vila Nova que era el área que se prolongaba desde el
Corral hasta el puerto y estaba destinada básicamente a huertos, cultivos, herrenales y molinos. A diferencia de la primera, no estaba muy habitada, excepto en el área del puerto y en la zona más próxima al Corral. Finalmente la huerta de Tarragona, también destinada a la explotación agraria, que se extendía a ambos lados del Francolí y llegaba hasta Riu Clar.
La expansión de la peste bubónica por toda Europa marcó el inicio de un importante periodo de recesión demográfica. La epidemia llegó a la ciudad entre mayo y julio de 1348, provocando una gran mortandad. El descenso de la población y la crisis general en que se encontraba la ciudad hizo que el núcleo urbano entrara en un importante proceso recesivo. El descenso del número de fuegos se plasmó en un número menor de casas ocupadas.
A pesar de esto, en 1368 la ciudad, siguiendo las directrices marcadas por la Corona, empezaba las tareas de mantenimiento y refuerzo de las murallas de la ciudad mediante la construcción de la Muralleta o Mur Nou, a la altura de la fachada del circo. De esta forma el área del Corral, el antiguo circo romano, quedó incorporada al núcleo urbano. La situación política se agravó a lo largo de la primera mitad del siglo XV. Las diferencias entre la Generalidad de Cataluña y Juan II de Aragón provocaron una guerra civil catalana, en la que el arzobispo se puso del lado de los realistas, mientras que el Consejo Municipal, tras un periodo de prudencia, se alió con la Generalidad.
El 17 de octubre de 1462 las tropas de Juan II llegaron a Tarragona para sitiar la ciudad. La guerra sumió a Tarragona en la más absoluta decadencia. Las defensas de la ciudad, especialmente en el sector del Mur Nou, quedaron muy deterioradas, así como las del área del Corral. La población disminuyó drásticamente y la municipalidad se declaró en quiebra. Los efectos de la guerra fueron visibles en la ciudad durante mucho tiempo.
La vida de la ciudad de Tarragona durante la época moderna está marcada por tres importantes conflictos bélicos. Desde el siglo XVI se construyen o consolidan fortificaciones para defender la ciudad y sus alrededores de las continuas guerras y ataques piratas. A partir de la Guerra de los Segadores y hasta mediados del siglo XIX Tarragona fue
plaza fuerte, lo que comportaba que no se podían destruir las fortificaciones y se tenía que dejar un espacio delante de la muralla libre de edificios, con las dificultades que ello suponía para la expansión urbanística. Las epidemias fueron una constante en este periodo y provocaron grandes mortandades y el éxodo de la población.
 Durante la Guerra de los Segadores  en la que se enfrentaron catalanes y franceses por un lado y la monarquía hispánica por otro, la situación estratégica de Tarragona le hizo padecer dos importantes sitios, en 1641 y en 1644, que comportaron graves destrucciones de edificios y la consecuente postración y decadencia
económica de la ciudad. El puerto padeció daños importantes y se abandonó durante mucho tiempo, por lo que el comercio se desvió hacia el puerto de Salou. La economía del Camp de Tarragona entró en una grave crisis de la que no se recuperó hasta finales del siglo XVIII, cuando se autorizó la reconstrucción del puerto y se concedió el permiso para comerciar libremente con América.
El segundo gran conflicto bélico que padeció la ciudad fue la Guerra de Sucesión (1702-1714) que alcanzó la ciudad cuando todavía no se había recuperado de los estragos de la Guerra de los Segadores.
Tarragona fue defendida por una guarnición británica que mejoró el sistema defensivo con la construcción de la Falsa Braga y de otros fortines y baluartes, la mayor parte actualmente desaparecidos. Cuando Felipe V accedió al