sábado, 28 de enero de 2012

DESDE LAS PALLARGUES A CASTELLMEIA

CASTILLO CASTELLMEIÀ Pertenece al municipio de Torrefeta i Florejacs PROVINCIA: Lérida, España Comunidad autónoma de Cataluña. Torrefeta i Florejacs es un municipio de la comarca de la Segarra, en la provincia de Lérida.
Historia:
Data del siglo XIII, aunque se restauró profundamente en el siglo XVI.
En 1716 al señor del castillo de Llor , Francesc de Junyent, se le concedió el título de Marqués de Castellmeià, por Felipe V.
Pertenece al tipo de castillo-palacio tardio, siglos XIV -XV.


Se encuentra al sur de Llor, está en buen estado de conservación.
Es de planta rectangular, con dos gruesas torres cilíndricas en los extremos.
Una de ellas se remata con merlones; la otra presenta talud y se halla desmochada.
En la fachada se presentan ventanas ornamentadas y con molduras, características del siglo XVI.


En el interior existe un vestíbulo que podía equivaler al patio.
En una de las torres podemos observar una magnífica escalera de caracol.
Es presente de una manera habitual el escudo heráldico correspondiente a la familia Villalba.
A escasos metros del castillo se halla una capilla de un sola nave con ábside y bóveda de cañón, románica.
Delante del castillo se encuentra la principal torre de defensa o bastorre y un poco más hacia el fondo otra torre que no tiene más alzada que la del tejado.
Sirve de escalera de acceso para llegar al gran salón.
La puerta de entrada es dovelada.


Castillo de les Pallargues
Las primeras noticias del castellum Espalargi datan del año 1040 cuando era una posesión de la canónica de Santa Maria de la Seu. Como muchas fortalezas de la zona, fue cambiando de manos entre las familias nobles. En 1315 era propiedad de Berenguer de Rajadell. Un año más tarde era el señor Joan de Concabella. En 1590 aparece como una propiedad de los


marqueses de Anglesola. Posteriormente pasó a manos de los Rocabertí. Al extinguirse este apellido pasó por varias familias italianas como los Pinelli, los Pignatell o los príncipes de Belmonte. Con la abolición de los señoríos en el siglo XIX se vendió el castillo y fue adquirido por la familia Rovira, que lo restauró.

Inicialmente se encontraba aislado en la cumbre de un pequeño cerro, junto al río Sió. Pero a medida que la frontera se fue alejando y perdió su valor estratégico, se construyeron casas a su alrededor. En 1636, había 23 casas y una muralla que las rodeaba La construcción actual corresponde básicamente a las ampliaciones y reformas hechas en el siglo XVI. Todavía se conservan algunos elementos de las construcciones anteriores. Dentro el recinto del castillo encontramos una construcción circular, que podría corresponder con la torre circular del siglo XI.

El cuerpo central corresponde a un edificio rectangular edificado entre los siglo XIII y XIV. En este espacio encontramos la puerta de entrada, formada por un gran arco de medio punto dovelado y encima suyo una gran arcada gótica de trece metros. El balcón fue añadido posteriormente, en el siglo XVIII. A ambos lados de este edificio central se construyeron nuevas estructuras en el siglo XVI. Es en este momento cuando se configura en buena parte la apariencia actual del castillo, si bien sufrió numerosos desperfectos durante la Guerra Civil, cuando fue ocupado militarmente y sufrió dos bombardeos.

En la planta baja, nada más cruzar la puerta accedemos a una sala con un gran arco de piedra, que sirve de refuerzo a unas sencillas bóvedas de arista. En esta misma planta encontramos las estancias destinadas a los sirvientes y al cuerpo de guardia, hoy convertidas en un museo de herramientas tradicionales. Una escalera de caracol nos lleva a los calabozos, al pozo de hielo y a la bodega. En el primer piso, encontramos la gran sala noble. Destacan los trabajos escultóricos de las puertas, donde se puede ver un escudo de la familia Rocabertí. Las diferentes puertas comunican con la capilla, el dormitorio y una terraza con bellas vistas de la Segarra.



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